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Monumento a la Revolución

Uno de los sitios más emblemáticos de la ciudad es, sin duda, el Monumento a la Revolución. Este espacio arquitectónico es, además, un mausoleo que está dedicado a la conmemoración de la Revolución mexicana.

 

Descubre cómo nació este monumento

 

En un inicio este recinto fue pensado para albergar el Palacio de la Cámara de Diputados y Senadores; sin embargo, tras el estallido de la Revolución mexicana, la obra del arquitecto francés Èmile Bènard tuvo que ser suspendida. Por muchos años, no fue más que una estructura de acero desnudo expuesta al desgaste.

 

Para evitar la pérdida total de esta edificación, en 1933 el arquitecto mexicano Carlos Obregón Santacilia planteó convertirla en un homenaje a los héroes de la Revolución Mexicana y muy pronto su moción fue aceptada, por lo que ese mismo año se iniciaron obras. Obregón, que ya había estado a cargo de la construcción de otros recintos de carácter público, logró que en 1938 se pudiera inaugurar el Monumento a la Revolución, con un aspecto innovador y de vanguardia que sorprendió gratamente a toda la ciudad.

 

Esta hermosa obra arquitectónica está decorada con una doble cúpula recubierta en cobre, que es sostenida por cuatro arcos a una altura aproximada de 26 metros. En el Monumento a la Revolución, que funciona, también como recinto funerario, descansan, en cada una de las cuatro columnas que dan sostén a la estructura, los restos mortales de Francisco I. Madero, Venustiano Carranza, Plutarco Elías Calles, Lázaro Cárdenas y Francisco Villa, en criptas adaptadas para tal fin.

 

Tras varias décadas desde su inauguración, se dio apertura en noviembre de 1986 al museo que el Monumento de la Revolución alberga en su sótano, y que exhibe una colección permanente que cuenta con algo más de 400 piezas, que narran un poco de la historia de nuestro país durante ese periodo de tiempo, y que conmemoran los hechos y personajes que a través de sus movimientos y luchas encaminaron a la revolución y reescribieron las memorias de nuestra nación.

 

El Monumento a la Revolución cuenta con un mirador que atrae a cientos de visitantes al año, al cual se puede acceder por el elevador que fue instalado, y desde el que se puede apreciar una vista única de la Plaza de la República y de las calles aledañas. El monumento ofrece, también durante las noches un despliegue de luces a su alrededor que enaltecen su belleza arquitectónica y que decoran esa parte de la ciudad, haciendo de nuestro recorrido un evento vivaz y divertido.

 

Ubicado en la colonia Tabacalera, muy cerca al Centro Histórico, el Monumento a la Revolución es un destino que no podemos dejar pasar por alto, aunado a otros puntos de la ciudad, como el Ángel de la Independencia, que se han convertido, a través del tiempo y de lo que representan, en símbolos indiscutibles de la Ciudad de México y de la historia de nuestro país y que ofrecen a sus visitantes un deleite por su arquitectura, por su belleza y por su valor histórico.

 

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